La tierra y yo
Alberto Ramírez Jurado
Egresó hace quince años de la ENAP, vive en el pueblo de Milpa Alta, en donde nació, dice que los bodegones son los únicos cuadros que nunca lo dejaron satisfecho. Sus pinturas se gestan en los recuerdos, la memoria, en los colores que soñamos. Busca que su obra conecte con el público de forma libre, sin explicaciones, con el impacto del color y la forma.
Nació el 3 de febrero de 1978 en Milpa Alta, en la Ciudad de México, donde vive y trabaja actualmente. Desde temprana edad mostró inclinación por el dibujo, y años después cursó la licenciatura en Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), de donde egresó en el año 2000. Ha realizado dos exposiciones con sus dibujos: una serie de gran formato sobre figura en movimiento exhibida en el Cuartel Zapatista de la Ciudad de México y otra más de paisaje para el Museo Regional de Milpa Alta. Participante en numerosas exposiciones colectivas de pintura en centros culturales y galerías del país, en 2004 fue seleccio - nado en la Bienal Nacional Diego Rivera de Dibujo y Estampa, realizada en Guanajuato. Ha colaborado, asimismo, en distintos proyectos culturales en el área de curaduría y fue coordinador del Museo Regional de Milpa Alta. Como docente ha impartido diferentes cursos y talleres: de dibujo en el mismo museo y en el Foro Cultural Calmecac; de dibujo experimental y de pintura abstracta en el Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA) —donde alguna vez colaboró con el artista Gabriel Orozco en su exposición Tiempo, tierra y barro—, y de artes plásticas en el Colegio de Bachilleres. En el 2007 fue seleccionado en el programa Talento Joven, del Gobierno del Distrito Federal, un concurso anual para la incor - poración de jóvenes capitalinos en diferentes ámbitos de acción urbana. Actualmente prepara una serie de pinturas de gran formato en la que continuará explorando con el color, la textura y el movimiento. Mantiene abiertos sus planes docentes y trabaja en la consolidación de su tallerSu taller está a la sombra de un huerto con árboles de limón, flores, rodeado de plantíos de maíz y nopaleras, este entorno ha impregnado de color su obra.
DECIDIR PINTAR
Fue un paso de meditación, de coraje, de lucha contra muchas cosas que uno escucha en la calle: “te vas a morir de hambre”, “¿qué es eso?”, “¿y luego qué vas a pintar, paisajes?”, “¿para dónde?”, “¿quién te va a comprar?”, ¿dónde te vas a promocionar?”. Hasta en la escuela, lamentablemente… También hay muchos mitos y te lo dicen, pero a final de cuentas uno tiene que persistir, ser constante, muy disciplinado y seguir adelante con esos sueños que en principio estaban y que seguirán perdurando durante toda la carrera. Siempre fui muy persistente, tomé la decisión, sabía los riesgos y con lágrimas en los ojos seguí adelante, aunque se me cerraban las puertas, aunque tenía familia seguí adelante. Al contrario de lo que se piensa, pintar es una de las carreras más difíciles, es luchar contracorriente, vencer mitos, brincar piedras en el camino.
BUSCAR LA ABSTRACCIÓN
Se dio en la escuela, yo quería ser figurativo, pero no una figuración de copiar, no quería hacer una mímesis de lo que estaba viendo y decidí hacer otra cosa. Creo que hay algo más atrás de copiar la figura humana, el paisaje o los bodegones, y de ahí la insistencia de estar gastando libreta tras libreta, eso me llevó a una evolución de la figuración parcial a una abstracción. Mi pintura ha evolucionado gracias a la insistencia, a los maestros, a la lectura, a viajar y ver pintura, he cambiado porque al principio tenía influencia de ciertos maestros como Tamayo, Toledo.
COMPOSICIÓN Y ABSTRACCIÓN
Los colores, la composición de todo esto nace de que cada artista debe saber desde el principio por qué pone una cosa allá o por qué pone otra cosa acá. Son decisiones, por ejemplo: cuando uno revisa los cuadernos, este niño escribe diferente y a veces decide poner un acento o no poner acento o juntar las palabras porque así es o porque así se va formando o porque es su carácter: eso hace la diferencia de un niño con otro, y así pinto también. Es como encender el foco, hacer clic y todo lo aprendido en la escuela se transforma, se convierte en pintura, se convierte en música, en composición. Sucede algo extraño en la cabeza y empiezas a formar cosas, a crear, a dialogar, aparecen formas y composiciones porque ya es el cuadro el que te está hablando.
PROCESO ERRANTE
Todos mis cuadros son cuadros errantes porque pinto en un lugar y luego pinto en otro, mis cuadros están conmigo en la cocina, en mi habitación, están conmigo viendo tele, estoy viendo la tele y estoy viendo mi cuadro. Para terminar los cuadros utilizo a veces la emoción y a veces la meditación. Dejo de ver los cuadros por un tiempo y cuando los vuelvo a ver como que tengo ganas de seguir interviniéndolos. Dejar una pintura es una decisión difícil pero hasta que a mí me agrade, hasta ahí está terminada.
EL ELEMENTO TIERRA EN EL MURAL DEL MILENIO
La Tierra me cayó encima porque yo nací y estoy en un lugar alejado de la ciudad y aquí están mis raíces, mi Tierra, mi gente, estoy en comunicación constante con el campo, con las piedras, con el color, con el sabor de la Tierra. Aquí lo más fácil de ver son verdes, ocres, amarillos, y mejor en esta temporada que son amarillos y verdes, y todos esos colores me sirven para hacer esta composición. No trabajo con temas tan específicos como la Tierra y se me hizo interesante, mis temas han sido como recuerdos de figuras, de colores, cuestiones de la memoria y en esto el elemento Tierra encajó un poquito con los recuerdos, con sueños, con este lugar. La Tierra es algo que los que vivimos en esta área, pues lo vivimos a diario, sabemos cuándo es tiempo de cosechar, cuándo es tiempo de sembrar, estamos en constante comunicación con la Tierra. Esto se refleja en mi pintura, en los colores que a veces son cálidos, a veces fríos, cambian muchísimo y a veces estos colores amarillos se van a colores ocres, naranja o rojos en estas temporadas.
Ama a la Tierra, ve crecer sus frutos, sabe de sus cambios, de sus estaciones, estudia sus colores. Alberto Ramírez Jurado relaciona su búsqueda por recrear la atmósfera de los recuerdos y las emociones con su vivencia del elemento Tierra. Esta pintura abstracta contiene los colores del momento en que fue pintada, el sol quemante que abraza la Tierra y altera nuestra percepción. La abstracción al desprenderse de la forma le permite capturar la atmósfera, la presencia de las características cromáticas y sensoriales de la Tierra. Alberto Ramírez Jurado experimenta la Tierra que nos contiene sin fronteras, que es parte de los sentidos y recrea los sabores, olores, memorias, temperaturas.
Óleo y esmalte sobre tela
171.5 x 121.5 x 7 cm
2015