Jazzamoart  

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En su obra está su pasión por la vida, los libros, la música, sus amigos; afirma que ya le toca exponer en Bellas Artes, cuando todavía lo puede disfrutar.

Quote Rembrandt me va a decir: pinche jazzamoart, ya se te subió

Artista visual interdisciplinario que desde la década de los años setenta ha trabajado permanentemente en la teoría y práctica de la sinestesia entre la música y la pintura. La obra de Jazzamoart, que esta llena de gozo, mexicanismos, garabatos y fuerza, y es contenedora de una personalidad poderosa y un lenguaje gestual, ha sido apreciada y reconocida en México, Canadá, Estados Unidos, Sudamérica, Europa y Asia. Considerado por Raquel Tibol como un neorromántico y por Carlos Blas Galindo como un pionero de la expresividad.

El trabajo de Jazzamoart cuenta con participaciones y distinciones en museos y espacios como la Bienal Iberoamericana de Miami, Museo Reina Sofía en Madrid, Bienal Tamayo, Tour de la Bourse en Montreal, Trienal de Osaka en Japón, Premio Internacional de Dibujo Joan Miró en Barcelona, Premio del Festival del Centro Histórico en CDMX, Premio del Bicentenario de la Revolución Francesa, Bronx Museum of Art en Nueva York, Bienal de Beijing en el Museo Nacional de Arte de China, Rijksmuseum en Ámsterdam, Salones Nacionales de Pintura y Escultura en México, Phoenix Museum of Art en Arizona, Europalia en Bélgica, Museo del Palacio Bellas Artes y Museo de Arte Moderno en México, Hyogo Prefectural Museum en Japón, Museo Kereva en Finlandia, Museo MARCO en Monterrey, Museo Do Brinqueido en Portugal, Museum of Latin American Art en California y Becas del Sistema Nacional de Creadores, entre muchos otros. Jazzamoart ha generado un legado cultural y un vasto cuerpo de obra en diversas disciplinas como la escultura en madera, mármol, bronce y cerámica, también en dibujos, tintas y gráficas, explorando constantemente el arte objeto y la instalación, pero el principal discurso conceptual y estético del creador guanajuatense es por medio de la pintura, del óleo y especialmente en cuadros de gran formato, profundizando y calando hondo en la creación de ruidos visuales, en la posibilidad humana de percibir a través de la mirada, las emociones creadas por la música, atrapar los sonidos en la tela, congelar las sensaciones sonoras.

“El saxofonista Joshua Redman escribió, "La magia de la experiencia del jazz está en la imposibilidad de ser sustituida. Cada sonido es valioso porque nunca más se volverá a tocar, o escuchar, exactamente de la misma manera, en el mismo lugar, ni con la misma emoción". Jazzamoart podría decir lo mismo de su propia vida y arte.

La obligada revisión de la Historia del Arte y el contexto del arte contemporáneo invitó a Jazzamoart a tener como premisa el que, mas allá de la temática abordada, sea la pintura misma la protagonista de su obra, la pintura como medio de expresión, la pintura universal, la pintura de todos los tiempos. Por ello, las constantes variaciones a Rembrandt, Goya y Velázquez son un recordatorio, una actualización y revitalización de la pintura antigua, vinculándola a un género musical icónico de nuestra época. “De allá, desde el espacio donde reside para siempre el genio convertido en energía del universo, Rembrandt se asoma para sonreír gozoso, complacido ―parece que lo vemos―, a su colega Jazzamoart.

La trascendencia del arte de Jazzamoart, va mas allá del campo de las artes plásticas, las acciones interdisciplinarias a través de escenografías, performance e improvisaciones visuales con jazzistas nacionales de la talla de Chilo Morán, Juan José Calatayud, Eugenio Toussaint, Olivia Revueltas, Héctor Infanzón, Iraida Noriega, Lila Downs e internacionales como Ray Charles, B.B. King, Diana Krall, Arturo Sandoval, Branford Marsallis o Wayne Shorter han aportado un elemento vital, aglutinador y enriquecedor en la escena y desarrollo del jazz. Jazzamoart ha presentado su obra alrededor del mundo en mas de quinientas exposiciones colectivas e individuales, pero igual de importante que la aportación artística es la impronta humana y de estrecha colaboración, de enseñanza y diálogo con todas las personas involucradas en los procesos creativos y equipos de trabajo en talleres, museos, galerías o espacios alternativos, con los jóvenes creadores, con el movimiento del arte underground, con los colegas músicos y pintores… en fin, un camino de más de 45 años de autenticidad, lucha y compromiso con el arte, con la sociedad y con México. “La cuna de Diego Rivera fue también la de José Chávez Morado. Igualmente, la de Jazzamoart.

Tres pintores, tres generaciones, diferentes momentos históricos y políticos… Rivera y Chávez Morado estuvieron atentos al paisaje y a numerosos motivos del México popular, Jazzamoart, como el tercer “grande” de los pintores del Bajío también lo está, pero al paisaje social que se descubre y emerge desde un motivo central del México que sigue siendo asimismo popular: la música.


Óleo sobre tela
170 x 130 x 7.5 cm
2015

   

En su obra está su pasión por la vida, los libros, la música, sus amigos; afirma que ya le toca exponer en Bellas Artes, cuando todavía lo puede disfrutar.

CONTINUAR EL CUADRO ETERNO

Pintar es un espejo en el tiempo, en la historia, las pasiones, las coincidencias y las imaginaciones que tengo cuando estoy en algún museo enfrente de un cuadro equis de Rembrandt o de Goya. Me pongo a pensar cómo lo pintó y casi por la técnica o por la manera de conocer el oficio sabes hasta los gestos y los movimientos que hizo, la coreografía de la brocha o del pincel sobre la tela. Me apropio de esto, porque justamente cuando sientes y te inunda, te emociona la pintura de otro, lo siento como si lo hubiera pintado yo, y luego ya en el taller pintas a la manera de, pero con tus convicciones y tu propio discurso. Es un ensayo eterno, un estudio eterno de todos los pintores, no sólo los clásicos renacentistas, de todos los grandes maestros anteriores a nuestras generaciones y que siempre seguirán siendo maestros inspiradores, motivadores y sobre todo un gran pretexto para seguir jugando con lo que ellos descubrieron y nosotros redescubrimos.

HABLAR CON LOS MITOS

Hablo con los fantasmas, es la convivencia de verlos primero en los libros y luego ver su obra en vivo. Cuando estoy visitando a cualquiera de estos artistas, después de estar en el museo llego al cuarto de hotel y me pongo a pintar y a dibujar. Es una urgencia, como si me acabaran de dar mi paquete de droga y ahí voy corriendo a disfrutarlo, a consumirlo antes de que se me vayan todas las ideas que se me ocurren en esa convivencia. Es como si los conocieras, como si te encontraras con viejos amigos, con colegas, con tus maestros. Invento diálogos, de repente me imagino que llegan Goya, Velázquez, o Picasso, todos los admirados, y se plantan en mi taller y platicamos de cómo le estoy dando en la madre a su trabajo, o nutriéndome, o invento cosas que hasta son muy atrevidas pero que son ciertas. ¿Qué pasaría si llegara Rembrandt y viera lo que hago basado en su claroscuro y en sus cuadros? A lo mejor diría: “así quería pintar”. Eso suena muy osado para mí, mejor va a decir: “pinche Jazzamoart, ya se te subió”.

TERMINAR LA VARIACIÓN

El engolosinamiento te lleva a seguir embarrando y metiendo, algunas veces te pasas, y otras te falta. Terminas un cuadro cuando lo firmas y dices: “bueno, ya, hasta aquí”. A lo mejor haces alguna corrección, pero hay cuadros que están logrados en su justo momento, igual que una improvisación de jazz que lo dice todo en esos diez minutos de desarrollo de un tema y ahí se acaba. Es difícil de medirlo, es la emoción, las ganas, o el momento, la gasolina que traes para pintar lo que te mueve. Las salpicadas, las chorreadas y los brochazos aparentemente de gran libertad, también son de gran rigor y de gran ejercicio de la brocha durante muchos años. Como digo, las horas brocha son las que te dan que puedas pintar. Un oficio es trabajar y trabajar hasta que lo dominas. Mi trabajo es una misma obra de pintura y de música que toco toda la vida hasta que me lleve el carajo. Empecé en los años setenta, cuando nació Jazzamoart hijo y a partir de ahí he pintado la música por fuera, por dentro, la anécdota, y ha habido una evolución de cómo congelar ese sonido.

EL ELEMENTO FUEGO EN EL MURAL DEL MILENIO

En esta pintura traje ese escorzo y ese gran personaje de El hombre en llamas de Orozco. Es extraordinario ver cómo rompe la cúpula del Hospicio Cabañas y se va a viajar. En lugar de El hombre en llamas es un saxofonista prendido, es un Charlie Parker en llamas que se va al infinito con todas sus drogas, sus mujeres, sus pasiones, pero ante todo con su genio creativo. Lo congelo en pintura y lo enciendo de otra manera; es la cuestión incendiaria de la pintura. Más allá del discurso ideológico y de lo que significa ser incendiario, es literalmente incendiar el color, incendiar la pintura, embarrarla con Fuego, con pasión, y sentir que prendes la obra, que te prendes tú y que espero que prenda al espectador que lo ve.

 

Un saxofonista en llamas se eleva como una flama hacia un firmamento incendiado. Jazzamoart tiene el elemento Fuego en la música, el ritmo y la composición clásica de José Clemente Orozco. La infinita improvisación de la partitura de sus pinceladas hace vibrar a la pintura y no se detienen, no tienen un punto de partida o un final. Esta pincelada es uno de los sellos inconfundibles de la obra de Jazzamoart, es una inmersión profunda, que continúa en la seducción del color. El saxofonista se va a consumir tocando así como el pintor se consume en su obra, ese Fuego es el ímpetu de la creación. Un Fuego que se autoalimenta, que se hace fuerte con el ritmo, inextinguible como la música.

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