La verdad sin la autenticidad
Rodrigo Cruz
Nació en la Ciudad de México, 1974. Estudio la carrera de músico concertista y dos años como fotógrafo. Ha expuesto en más de cuarenta exposiciones de las cuales la mayoría son individuales. Ha sido apoyado artísticamente por personalidades como los maestros Raúl Anguiano, Leonardo Nierman o por instituciones como la Fundación Cultural Domit y la Universidad Anáhuac, su trabajo ha sido expuesto en México, galerías de Estados Unidos y en Francia.
Esta pintura surgió en la mitificación de la nostalgia, la inspiración y la disposición de contemplar.
REVELACIÓN
Las revelaciones, decía William Blake, ocurren cuando más diáfano se hace el órgano del placer. Es ese órgano de la no-prisa, del saber, y la contemplación se descubre, solo se obtiene con la disposición. Es una paradoja, porque es el tiempo y es el no-tiempo para percibir, porque ya sea el arte o el vino, lo que requieren es catarse, es dedicarles el no-tiempo, es olvidarse de ese juicio del “ya me tengo que”, “ya va parecer que”, “esto se identifica con tal cosa”, es olvidarse de los parámetros racionales, para que fluyan las cosas de una manera más nítida.
RECREAR LA FICCIÓN
Empecé a concebir esta obra, y como soy amante de la música, el punto de partida fue una pieza de Debussy. Si esta obra fuera un vino, sería un vino de viejo mundo, muy español aunque, Debussy era francés, es muy español porque tiene influencia de Picasso y de Subirachs. El tema expresivo central de la obra es “La puerta del Vino”, que es una de las más bellas que existen en el Palacio de la Alambra en Granada, en España, con todos sus motivos moriscos, el arte nazarí es bellísimo, es el arco que se ve en estos relieves del cuadro.
IMAGINACIÓN Y NOSTALGIA
Decidí adquirir la misma experiencia de Debussy, porque le pasó un poco como a Agustín Lara, que sin haber ido a España compuso “Granada”, y es una de las piezas más emblemáticas para los españoles. Debussy sin haber ido a España, compuso un preludio, que es “La puerta del Vino”. Es una historia muy bonita, porque es gracias a una postal que Manuel de Falla le regaló a Debussy en una Navidad. Fue motivo suficiente para que él compusiera ese preludio, y después, Manuel de Falla le dijo: “Este preludio es más español que mucha música española”. Él tenía la capacidad de hacer atmósferas sin recurrir a un solo compás del folclore español, entonces, a eso le llamo “la verdad sin la autenticidad”. Es la no-obviedad aunque de una manera muy contundente estén los elementos que deben estar.
LA OTRA REALIDAD
En estas imaginaciones, no es una puerta física, en esta pintura es un umbral a otra percepción de la realidad. No a otra realidad, sino, a otra percepción de la realidad. Es lo que hacía Picasso por eso lo cito aquí, es esa manera de ir a ese mundo ideal de las cosas, como decía Platón, a través de elementos mínimos de significación, o sintagmas, donde pueden evocar una botella con los rasgos más sutiles, más prestos a lo diáfano del órgano de la percepción, que es para quien está dispuesto a la contemplación.
INSPIRACIÓN
Me inspiró Subirachs, en la “Puerta de la Coronación”, que está en la Sagrada Familia, en Barcelona. Están los elementos en relieves, que parecen inconexos, fantasiosos, como si estuvieran en un influjo del vino, muy en total armonía. Se mezcló una cosa y la otra, y la obra es multisensorial, es topología, y a la vez la línea y el relieve que son contundentes, con otros muy sutiles, el contraste del color, es esa jugarreta tan compleja que puede dar el vino, para los que tienen el no-tiempo de la contemplación.
Acrílico y carbón sobre
resina y madera
171 x 120.4 x 8 cm
2018