Alberto Aragón

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Alberto  Aragón

Oaxaca, 1980. Se inicia como pintor y escultor en el año de 1998 cuando solo contaba con 18 años de edad, tomando como método de aplicación y aprendizaje las autodidaxias. Ha colaborado en grandes proyectos artísticos que comprenden monumentos y obra mural en países como Dinamarca, República Checa, España, Suecia, Noruega, USA, Palestina e Israel.

Quote Me interesa mucho a la proyección del otro en mis piezas.

Su taller renacentista reúne escultura en gran formato, pintura y un gato que vive en los ensambles gigantes.

INICIO

Cuando me salí de Bellas Artes pasaba las horas en IAGO, la biblioteca que fundó el maestro Toledo, ahí encontré a Miguel Ángel, a Rodin, y esa factura, esa carga emotiva, ese carácter, que no se consigue si no se tocan los materiales frontalmente. Creo que la base es el dibujo, el poder dimensionar, resolver una pieza, imaginarla. Aprendí a hacer la escultura en piedra utilizando las herramientas. Estuve unos dos meses con los canteros de Magdalena Apasco, aquí en Oaxaca, haciendo lajas para piso para aprender a manejar las herramientas, digamos que mi graduación fue cuando hice un corte de pecho paloma, en ese momento dije “ya puedo hacer escultura”.

TEXTURA Y TACTO

Trabajar la textura en una pieza de barro tiene consecuencia en la pintura, se retroalimentan las disciplinas y el conocimiento de los materiales, de entender más a fondo el óleo, que es una técnica que he elegido por su alquimia, medir los tiempos del secado de los aceites, cómo se mezclan los pigmentos, cómo se trabaja con el aceite purificado, qué sucede con una carga de calcita, para lograr un material estable que perdure con el tiempo.

ESCULTURA

En la escultura hay una alquímica verdadera, trabajar con el fuego directamente, fundir un metal, lo transformas en otra cosa, cocinar una pieza de barro a 1,300°, con el maestro Claudio Gerónimo, que tiene su taller en Etla. Lo importante para mí es aprender a manejar los materiales, las herramientas, técnicamente, tener ese conocimiento para enfrentarme a lo que sea, para trabajar el metal, el mármol, un granito, la cantera, la madera, después vino el encuentro con el barro, para lo que no hay resistencia por parte de los materiales, porque ya hay cierto entrenamiento que se va reforzando con los años.

TRANSMITIR

Me quedo en lo figurativo porque busco transmitir, abrir la posibilidad de interpretación en el público. He explorado muchas vertientes, pero no hay esa potencia, no hay esa identificación con cualquier persona, sin importar el nivel de educación que tenga. Me interesa mucho la proyección del otro en mis piezas, si tienen la capacidad de conmover, es porque la gente se ve reflejada y se identifica. Son situaciones a nivel muy interno, la carga de mística que trato de dar, ese simbolismo trasciende los ismos del arte y las barreras intelectuales, ésa es la obra que va a quedar en la memoria de las personas, como una pieza de arte.

EL AMOR DEL PEZ ABISAL LOPHIIFORME

Me parece interesante el pez abisal como símbolo de amor, debajo del agua hay un mundo infinito, es metáfora del subconsciente. El pez puede representar los deseos humanos, lo oculto del amor, como lo edípico, el complejo de Electra, los sueños, lo que desconocemos de nosotros mismos. El pez abisal se reproduce o ama de forma muy interesante, el macho es diez veces más pequeño que la hembra, el macho muerde a la hembra y se queda para siempre pegado a ella, se funden los dos con el tiempo, se convierten en un cuerpo. Es interesante abordar el amor a través de un monstruo marino, porque el amor puede ser salvaje, bestial, es algo que nos rebasa, es una punción latente en ese mar.


Óleo sobre tela
121 x 170.3 x 7.5 cm
2017

   
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