Cráneo
Alejandro Montoya
Montoya nació en la Ciudad de México en 1959 y es autodidacta, odia las entrevistas, siempre se viste de negro, no le gustan las cámaras y se interesa por la ciencia, la filosofía y la condición humana. El destino lo llevó a estudiar en la secundaría el taller de artes plásticas y que su maestra fuera Angélica Arenal de Siqueiros. Ella lo involucró con el muralismo, con el Bosco, lo puso frente a su vocación y le dijo: “¿sabes qué? Tú deberías ser pintor”.
Su estudio es una fortaleza de paredes de piedra, ventanas tapiadas, inescrutable como él, con espacio para crear en gran formato, en el patio una colección de metales oxidados se amontona entre la maleza.
LA TRAGEDIA DE LA MUERTE VIOLENTA COMO TEMA
No elegí la violencia, en realidad eres elegido. Es la confluencia de lo externo, de lo que tú percibes, de donde estás involucrado, en el mundo, en la ciudad, con lo que eres. Es algo totalmente pensado y discernible, eso lo produce. En mi caso esto me tocó y lo elegí. Uno vive su obra como una extensión de sí mismo, como algo que tiene que salir forzosamente del interior y plasmarse de forma material.
OBSESIÓN POR LA ANATOMÍA
¿Por qué no obsesionarse con la anatomía? Ante algo así lo único que uno puede hacer es quedarse pasmado, maravillado de ver cómo está estructurado el cuerpo humano, el cuerpo de los animales, el de otros seres microscópicos, podemos llegar a entender cómo la realidad está interconectada. En el caso de la anatomía humana, siempre hay una propensión de lo humano hacia lo humano. Nosotros nos maravillamos, primero que nada, con las cuestiones humanas, la historia del arte es eso y después la extensión hacia lo demás.
EL SER HUMANO Y SU EVOLUCIÓN
Tiene dos valores. Digamos para ubicarlo en positivo y negativo debe reconocerse ante el aspecto de la realidad, ver qué hemos hecho, cómo hemos levantado esta civilización con y en contra de la naturaleza, en condiciones sumamente adversas desde que éramos protohumanos, desde que teníamos que luchar por carroña con otros predadores mucho más dispuestos y más eficaces que nuestros ancestros para la supervivencia. Por otro lado, la visión antropocéntrica de estar midiendo en términos humanos el universo que alcanzamos a percibir, es decir, desde mi punto de vista, desde el punto de vista de los budistas, y desde el punto de vista de muchas otras vertientes de pensamiento, es una limitante.
SOBRE LA CHARLATANERÍA EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO
Ubiquemos a Marcel Duchamp, uno de los grandes charlatanes de todas las épocas. Un tipo sin obra, que hizo seis cosas, y es el dios de todos estos “conceptualistas”. El arte en sí, el arte rupestre, el arte que se está produciendo en este momento, el arte en serio, es un arte conceptual. No puede haber arte sin concepto. Cuando vemos las pinturas rupestres de Altamira, vemos concepto. Hablar de arte conceptual es un pleonasmo. El “arte conceptual” es un fenómeno de obsolescencia programada y descarada, porque quien vende algo hecho con croquetas para perro, agua en el suelo, sabe que se va a acabar, que se va a destruir. Hacer plástica, grabado, pintura, escultura, es muy difícil, es una labor de mucho desgaste. Los que hacemos plástica trabajamos con leyes diferentes a los que sólo ponen palitos en el suelo. Los que hacen “arte conceptual” trabajan con la ley del menor esfuerzo intelectual y físico.
DINERO PARA EL ARTE
Para llenar una sala como la del Museo del Chopo trabajé dos años de día y noche. Expuse 61 dibujos pero hice muchos más. En esa misma sala puede llegar “equis artista”, poner unos palitos, arrugar unas hojas de papel, masticar un chicle y pegarlo y llenar la sala. Pero las salas de arte conceptual siempre están vacías y el público les pregunta a los pobres cuidadores que si eso es arte o lo van a tirar a la basura o cuándo van a montar obra. La percepción de la gente que no es especialista no difiere mucho de la que puede tener un visitante asiduo a los museos. Si eso lo hacen en una galería es muy su onda, pero es indignante que el dinero fiscal se gaste en eso.
EL MILENIO VISTO POR EL ARTE Y UN CRÁNEO
Digamos que la muerte ha tenido, por lo menos en los dos milenios que llevamos de cultura judeocristiana, un énfasis al final del milenio. Viene siempre con profecías de catástrofes, apocalipsis, es milenarista; sin embargo, así sea a mitad o a tres cuartos del milenio, el tema de la muerte es permanente porque estamos sentenciados a muerte. Es la certeza absoluta.
Cráneo
Los restos de la vida, el despojo de lo que fuimos nos humilla. Esta degeneración es proceso autónomo, una forma de libertad no pedida. Pagamos el precio de existir cuando entramos en el curso implacable de la putrefacción. El cuerpo, la presencia física nos demuestra que nunca fue de nosotros mismos, y se transforma en algo grotesco, grosero y repulsivo para gritar que se ha dejado atrás la carga del ser. Alejandro Montoya crea obras con el estado de degradación como modelo y tema. Detiene la lenta corrupción de los cadáveres, hace que en el estado más degradado del ser exista en una plenitud estética, una belleza abrumadora.
Grafito y tinta sobre papel
133.5 x 98.5 x 3 cm
2013