El Sol
Carlos Larracilla
Carlos Larracilla es un respetado artista mexicano nacido en Guadalajara en 1976.El primer par de años de la historia de Larracilla como pintor, fue simplemente con fines terapéuticos, pero finalmente su increíble talento se convirtió en su medio para ganarse la vida. Aunque Larracilla no completó con éxito su educación académica, todas sus obras de arte son el resultado de su esfuerzo autodidacta. Hasta el día de hoy, Carlos Larracilla ha mostrado su trabajo en más de 120 exposiciones en todo México, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos y Europa.
Es autodidacta, el destino lo llevó a la pintura, al dibujo, el arte modificó su vida, fue una catarsis que le dio sentido.
ARTE Y VIDA
Todas las vidas la modifica el arte, en el caso mi experiencia personal fue el balance que encontró mi cuerpo, la naturalidad con que se movió toda la maraña de problemas que tenía y la terapia vital fue dibujar. No había división, era lo mismo lo que estaba haciendo y lo que yo era a los 16 años. Ése era el momento donde escapaba del infierno en el que creía que estaba, cada mente puede crear su infierno, y a los 16 años estaba en el infierno y la manera que reguló mi cuerpo el peso de esto fue “ponte a dibujar”, es como si una voz me lo hubiera dicho, y lo que dibujaba era mi diario.
ARTE Y SALVACIÓN
El arte me salvó del infierno y después se convirtió en mi profesión, en mi manera de vivir y en medicina, esto lo hago solo, enfrente del cuadro solamente estamos él y yo y no hay opinión que importe. Cuando lo termino es un brebaje, es un medicina que se va para el mundo, a lo mejor le sirve a uno o a dos, tres personas, no sé, como alguien que hace paraguas sirve para taparte el Sol o la lluvia, a eso me dedico; podrías decir chaman, científico, pintor, da igual, son palabras, la gente ve algo en lo que pinto y es lo que aporto al mundo, es la medicina que a mí me salvó, y la tiro al mundo.
LENGUAJE VITAL
Nunca me interesó representar las cosas tal como son, siempre fui muy simbólico, lleno de cosas que pudieran existir, de cosas absurdas. La pintura es otra realidad, es como la del sueño, cada cosa tiene su cadencia y para mí las cosas debían ser absurdas. Estaba muy alejado del mundo del arte, nunca había ido a una galería, lo que estaba haciendo era una terapia, un escape. Allí no tuve problemas, nunca estuve buscando un estilo, ni buscando si esto era esto o esta etiqueta, si va a tener el sello Larracilla, era simplemente lo que tenía que hacer en ese momento y lo hacía porque nadie salva a nadie.
EL SOL DE CARLOS
La pintura me separó de todos los maestros, me dejó como autodidacta de la vida, de todo. Lo que empecé a encontrar fue ese balance. Esta luz no brillaría sin esta oscuridad, yo no estaría vivo, tú no estarías viva, si muchos otros no se hubieran muerto. Todo está relacionado, todo es un balance y en eso la pintura te va llevando cada momento a vivir el presente, sin el discurso del pensamiento. Es como un ying yang, es el equilibrio entre la luz y la oscuridad; el Sol y el Universo cubriéndolo, y puse un balance, en este círculo, esto gris es la representación del vacío que cubre todo el Universo. Se puede describir de muchas formas, el Tao es algo que penetra todas las cosas, todas esas dualidades, las hace que funcionen, es lo que está presente en todo. Entonces la va cuidar, es lo que está abrazándolo al Universo y el Universo está abrazando al Sol y algunos de esos puntitos somos nosotros. Cuando nosotros estemos muertos, el Sol y la Luna seguirán brillando, y la Tierra girando. Nosotros somos los que estamos agradecidos porque nos están prestando este cuerpo y esta experiencia, todo esto es robado, todo es impermanente.
Proteger lo que amamos, encarnar lo que deseamos, encerrar su fuerza en nuestro ser, el Sol es el alma que palpita, que brilla en la unión con el cuerpo. Carlos Larracilla plasma un Sol frágil y potente que habita en nuestra interna oscuridad, poseído por las manos de una niña, protegido por su cuerpo multiplicado durante los giros del sueño. Del calor del Sol emana la esencia que nos sobrevive, la sagrada entrega de esta pareja, cuerpo y alma, amorosa y cómplice, misteriosa unión que disuelve a la materia y la trasforma en luz. Convertirse en algo inasible, eterno, libre, existir en la unión perfecta.
Óleo sobre tela
132 x 132 x 7.5 cm
2016