No volveré
Isarael Nazario
Ser artista y nacer en Oaxaca exige forjarse una identidad propia porque hay muchos artistas y una gran producción de arte. Israel Nazario ve un paisaje en cada poema, ha hecho de la observación y el dibujo una forma de literatura
Esperón y Cortázar pensaron que el paisaje también era un cuerpo humano y que en el paisaje, también estaba la relación amorosa, estaba la pareja “fuimos nubes”, “fuimos piedras”, “fuimos gotas”. Los árboles, las piedras, son personas, hay un alma dentro de ellos, los habita un espíritu, y Nazario los captura en su memoria al contemplar las tierras de Oaxaca, encarna esos cuerpos que se separan, que se juran no volver.
Las imágenes eran parte de las canciones de Esperón y Cortázar, que trabajaron para el cine, compusieron con las emociones muy presentes, como creadores de historias memorables para el cine de la Época de Oro, sus personajes se enamoraban y despechaban con esas canciones. Las historias de las películas muchas veces estaban guiadas con las canciones, y al verlas nos hicieron creer en una realidad distinta, donde las palabras están acompañada de una melodía, y la razón de ser de los personajes es cantar.
El desamor dibuja el paisaje, las lágrimas alimentan ríos, son agua amarga que se lleva las memorias, que arrastran y borran ese amor, “no pararé, hasta ver que mi llanto ha formado, un arroyo de olvido anegado, donde yo tu recuerdo ahogaré”. La naturaleza es un organismo vivo, un gran cuerpo que siente, da vida, cambia, canta su propia música, y Nazario mira esa voluptuosidad y la dibuja: “Relacioné este arbolito, solo en medio de este terreno árido, de color tierra morena, con estos puntos, como un pubis, como labios, por estas texturas de curvas suaves que tienen ciertas montañas o lomas aquí en el Valle de Oaxaca”.
Cuántas veces hemos dicho “no volveré” y volvemos, Nazario lo reconoce: “Hay una pieza que titulé Andarse por las ramas y era el follaje de un árbol con muchas ramitas, un huizache. No sabes en qué te metes hasta cuando estás ahí, cuando empiezas un tema en la pintura. Y en ese sentido sí me costó mucho, pero me gustaría ser capaz de volverlo a hacer, repetirlo sólo por el hecho de que fue difícil nada más”.
El amor se va en un arroyo, se fuga, “el tren de la ausencia me voy, mi boleto no tiene regreso”, lo que se queda es el arte, un dibujo, la canción y una melodía que retumba en la cabeza, que provoca al corazón para que llore, se desahogue, y borre el camino de regreso, “No volveré, te lo juro por Dios que me mira”. El cuerpo herido ya no será el mismo, el paisaje que vimos ayer no será el mismo mañana, las lágrimas son cada vez más escasas y más amargas, y no volvemos, a ese camino, a ese amor, a esa ilusión, el espejismo incierto de otros ojos, no volveremos “Te lo digo llorando de rabia”.
Tinta sobre papel
50 x 30 cm
2020
No volveré - Manuel Esperón y Ernesto Cortázar