Philip Bragar

Colecciones:

Philip  Bragar

Cruzó la frontera con Texas y viajó montado en un caballo por México hasta Guatemala. Se enamoró de Acapulco y Puerto Escondido huyendo de la Segunda Guerra Mundial porque no quería matar a gente joven como él. Dice que eso fue hace más o menos 50 años, aquí se quedó, aquí pintó y el día de la entrevista cumplió 91 años.

Quote Pintar es no tener miedo de sentir, de sentir y ver.

Su gran argumento pictórico es la emoción sincera para pintar, su vida es la obstinación de sentir.

VER Y PINTAR

El primer maestro de dibujo que tuve fue Kimon Nicolaides, que fue un gran maestro. Supo muy bien cómo guiar a una persona para pintar, dibujar. Mucha gente tiene miedo de dibujar o pintar, pero todo está en la mente porque cualquier persona que está bien guiada por un maestro puede hacerlo. No es problema, nuestra mente cuando pintamos lo hace naturalmente. No pensar tanto, pintar de corazón. Es una combinación de mente, de mano y también de ojo. Uno debe aprender a ver mucha gente. La mayoría de gente ni sabe que tiene dos ojos, ni sabe ver. Dibujando modelos, dibujando gente, dibujando cualquier cosa, siempre hay algo que dibujar. Mucha gente dice “yo no sé qué dibujar”, eso es porque están encerrados en su mente, necesitan ayuda, algún empujón, un poco para enseñarlos cómo ver.

SENTIR Y PINTAR

Al pintar uno no debe pensar mucho al principio. Dibujar esto, dibujar todo, concentrando, lo importante es la concentración. Cuando estás dibujando no debes pensar lo que hiciste anoche. Todo se ve y se dibuja sin ver el papel. Sintiendo adentro y aquí, en la mano. Sin pensar mucho, aprendiendo a ver usando los dos ojos. Dibujar siempre viendo al modelo. Después de como cincuenta dibujos, siempre viendo la modelo, algo bueno va a salir. Eso sin duda.

HACER AL PINTOR

La escuela está bien, es muy buena, pero no es la escuela o la obra que hace al pintor. Es el pintor mismo, en su mente, en su corazón, en sus ojos, dibujando, siempre observando sin pensar mucho o sin pensar, sólo dibujar, dibujar y dibujar. A veces en la escuela yo dibujé desde las 9 de la mañana hasta 9 de la noche, continuamente y cada dibujo era diferente, pero seguí dibujando.

COLOR

Mi obra significa color. El color ayuda a la obra para ser más completa. No es necesario el color para hacer una pintura muy buena. Negro y blanco son suficientes, pero si uso color, está bien porque puede dar más volumen a la pintura.

ROSTROS

Me gusta pintar gente y cada cara es diferente. No hay ninguna cara ni ninguna persona igual a otra. Puedo dibujar o pintar cualquier cosa. En la pared puedo pintar a nuestro amigo bailando, o puedo pintar cualquier cosa, pero yo prefiero pintar gente.

EL SOL DE PHILIP BRAGAR

Estaba yo en el vacío, puro plano. Entonces, sin pensarlo, tomé la pintura y empecé a pintar. He visto mucha gente que tiene miedo de pintar. Conocí una persona que estaba así y no se pudo mover, ni pensar por tanto miedo. No era sólo tener miedo, la pintura no lo va a morder a uno. Uno empieza a pintar y dice que quiere ir a una parte y de esa parte quiere ir a otra, y otra a otra, hasta que uno siente que la pintura está terminada, pero uno puede sentir que está terminada y mañana ves que necesita más. Por ejemplo, ahora yo siento que quiero poner algo aquí en este lado verde, entonces puedo hacerlo. Al pintar todo es no tener miedo de sentir, de sentir y ver. Mucha gente tiene miedo de ver y pensar, de sentir y más de lo que están haciendo.

 

El Sol emerge anaranjado en el centro, en el reflejo del perfil de la mujer y en la mirada del hombre. Philip Bragar celebró con este Sol su noventa y un cumpleaños, su vida entregada a la libertad de pintar. Concentra las búsquedas presentes en la mayoría de sus pinturas: el color anti académico y el blanco y negro en los rostros. No importa quiénes son esas personas, son todas y nadie, es la constante de Bragar por hacer del lienzo una arena en donde esos protagonistas anónimos son un pretexto para deformar, colorear, encimar la composición. Los colores son el grito del artista de decidirse a pintar sin miedo, invadir el lienzo sin más ley que la del impulso.


Acrílico sobre tela
133 x 133 x 7.5 cm
2016

 

   
SIGUIENTE ARTISTA