Ecce Homo
Alfonso López Monreal
Nació en Zacatecas en 1953. Su carrera se origina en el Instituto Zacatecano de Bellas Artes, después se fue a Guanajuato a estudiar arquitectura, y la abandonó para iniciar su aventura por el mundo, se fue a San Francisco, California y de ahí a Paris en donde trabajó durante varios años en talleres de gráfica. Emigró a Barcelona y trabajó con Tapies, Joan Hernández Pijuan y se integró al taller de Pascual Fort que se convirtió en su segundo padre. Impartió clases en la escuela Massana de Barcelona. Es miembro vitalicio de la Academia de las Artes de Irlanda.
Las enormes ventanas de su taller se abren al Cerro de la Bufa y la Catedral de Zacatecas, el sol implacable seca las piedras del cerro. Su taller ordenado, con obras en proceso y el aroma a cera de la encáustica.
NORTE Y SUR EN IRLANDA
Tuve mucho respeto por esa situación, yo pienso que si hablamos o si pintamos sobre un tema tiene que ser algo que conozcamos, y que llevemos realmente dentro. Estaba rodeado de amigos que su obra reflejaba cómo habían vivido en carne propia el problema irlandés, y yo era solidario con ellos. Odiaba que llegara un artista o un periodista y a la semana ya disertara sobre el problema sin conocerlo con profundidad. Participé mucho en esas épocas dentro del medio cultural y artístico. Inclusive alguna vez, fui invitado cuando se firmaron los convenios de paz y dejaron en libertad a todos los prisioneros políticos. Participé en un programa para integrarlos al salir de la cárcel, hablaba con ellos, les enseñaba mis trabajos. Muchos de ellos ya llevaban más de 15 años presos.
LA OBRA GRÁFICA Y LA TECNOLOGÍA
Trabajé en Europa y en Dublín durante años en la gráfica, hasta que desgraciadamente los talleres como yo los conozco, como yo los amo, pasó una crisis y se volvieron obsoletos. Sustituyeron el tórculo por el plotter, ¿qué tiene que ver? Nada. Muchas galerías y en el mercado del arte venden una impresión digital como si fuera una litografía. La gente, desgraciadamente, no ha sido educada para distinguir una cosa de la otra, y los timan, ésa es la verdad. No tengo nada en contra de lo que se está inventando pero sí es una pena y peligrosísimo que se pierda precisamente ese aspecto de las técnicas que dieron tanto y que seguirán dando tanto, por lo menos mientras yo viva.
LA SOLEDAD DEL HÉROE
Viene de una forma natural, los artistas, los escritores y poetas de esta región reflejan forzosamente este sol quemante, la roca y el desierto. Zacatecas es el principio de los desiertos de todo el norte. Nunca he recibido ningún apoyo de ninguna institución mexicana, porque los que he pedido para trabajar con la figura humana, y como que se les hace hasta raro, pero para mí es importantísimo, está ahí desde el principio de lo que se puede llamar humano. Mucho de mi trabajo son figuras humanas y el desierto, las plantas que nos rodean, cactus, nopales, tunas, lo espinoso. La soledad que es maravillosa, no hay nada más bello que subirme al cerro y ver ese horizonte que se abre a la inmensidad, al silencio. Por eso tantos anacoretas viven en el desierto.
SACRIFICAR A LA SUPERFICIE
Más que dibujo, hago esgrafiado, porque yo dibujo con clavos, con tenedores, con lo que se me atraviesa, por mis años de grabador, quizás por el buril, necesito sentir esa sensación. Rascar, herir, tatuar la superficie. Que se quede ahí y a través de mucho trabajo ir sacando la figura. Ya que la tengo, después de todo ese drama que es enfrentarte con la tela y la plancha, empiezo a base de veladuras y de elementos, a veces arquitectónicos. Los pongo detrás porque creo que así somos, tenemos una máscara, algo que mostramos pero lo más interesante está por allá adentro y enfrente está la historia, está nuestra imaginación.
EL GUERRERO DE ESTE MILENIO
Aquí tuvimos un personaje importantísimo que fue Francisco Tenamaztle, el héroe de la Guerra del Mixtón, una de las últimas guerras que enfrentaron los españoles ante una tribu que nunca, nunca pudieron sojuzgar. A Tenamaztle se lo llevan prisionero a España y escribe con Bartolomé de las Casas Lo que suplica don Francisco y relación que hace de agravios, que se considera la primera carta de los derechos humanos que existe. No quise hacerlo obvio, dejé ese elemento de misterio, un espacio para visitarlo y vivirlo. La presencia humana o la no presencia en el Milenio, el humano como víctima. Es un sufrir todo esto, yo no tengo nada que celebrar todavía. El elemento humano es el guerrero antiguo, con su flecha, con su arco, con esa flama que me gustaría que nunca se apagara y que fuera a la vez una lanza o un arma para defendernos contra este futuro que quién sabe qué nos depara.
Ecce Hommo
Una silueta, la flama ceremonial y la cera de la encáustica cruza como una espada. El último de los guerreros espera en el desierto, en silencio, la batalla aun no inicia, pero él ya está preparado. Alfonso López Monreal pinta con ceras y pigmentos, su taller recobra la alquimia de la pintura y los materiales, su sabiduría técnica lo lleva a tomar riesgos, a experimentar para decir con claridad lo que su pintura necesita expresar. En un entorno abstracto, aísla al guerrero en un aura blanca de cera, le da un espacio simbólico que evoca su paz, el silencio del que está consciente de sí mismo. Este guerrero sabe que hay que pelear por el arte.
Encáustica sobre tela
123 x 163 x 5 cm
2013