Gilberto Aceves Navarro

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Gilberto  Aceves Navarro

Nació en la Ciudad de México en 1931. Su trabajo es imparable, un día hace monotipos, otro día escultura, o pinta su autorretrato: una cabeza con pies. Se queja de su salud, y la verdad es que está entero, inventando y creando. Es como su obra, sin edad, sin tiempo.

Quote Imponer una vanguardia es algo irracional

Su madre fue una cantante de ópera. Su gusto por el dibujo era inmenso y comenzó al pintar una figura para su abuelo.​ Gilberto Aceves estudió en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda" en 1950 bajo la dirección de Enrique Assad, Ignacio Aguirre y Carlos Orozco Romero. En 1952 trabajó como asistente con el maestro David Alfaro Siqueiros en los murales de Rectoría en la Universidad Autónoma de México.​ Aceves continuó sus estudios en "La Esmeralda" en 1953 con el maestro Isidro Ocampo en el área de grabado; posteriormente es expulsado de la escuela.

De 1957 a 1961 impartió clases en el Institute of Mexican-American cultural exchange en Los Ángeles, California, para después en 1971 impartir clases en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Desde 1998 impartió clases en su taller ubicado en la Colonia Roma en la Ciudad de México. En 1968 realizó la obra Poema floral, mural al óleo realizado para el Pabellón de México en la Hemisfair de San Antonio Texas, EUA, en 1970 realizó la obra Yo canto a Vietnam, mural de acrílico para el Pabellón de México, en la Feria Mundial de Osaka, Japón.

Su mural Canto triste por Biafra, parte del acervo del Museo de Arte Moderno es considerado una pieza clave para el desarrollo de La Ruptura.​ Entre su obra mural también destacan Canto a la raza y Danzas de la vida y la muerte. En 1989 recibió la mención honorífica en la Bienal de Cannes Sur Mer en Francia, así como el Premio Universidad Nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En 1994 realizó las obras murales Agredida por los zancudos, mural de acrílico sobre lámina de fierro, instalado en la carretera entre Zarzal y Roldanillo para el Museo Rayo, Roldanillo, Colombia y Los músicos, mural de acrílico sobre tela, New York, NY. E.U.A. Más tarde en 1996 realizó la obra mural La guerra y la Paz en la Av. J. Antonio Alzate y Av. Sta. María La Ribera en la Ciudad de México y la instalación efímera Monte Albán (11 000 botellas de vino) museo de Historia de México, Monterrey, N.L.

Aceves Navarro fue miembro de la Academia de Artes​ desde 2003, mismo año en que ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes.​ En 2009 realizó una exposición retrospectiva que ocupó por completo el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México.

Hablar con Gilberto Aceves Navarro es recibir una lección de arte y de su valor social y humano. Su taller tiene una pecera en la que sus coloridos habitantes escuchan al maestro.

LOS MUSEOS DEL DÍA DE HOY

No tengo ganas de ir a verlos, porque lo que ofrecen no es algo que me informe realmente de la realidad en mi país, o de propuestas verdaderamente originales. Hay jóvenes en México que tienen talento, una carrera con cierta madurez y cultura. Éstos no existen para los señores que gobiernan la difusión del arte a través de los museos o instituciones, y tampoco los ven ésos que escriben solamente de lo que a ellos les parece que es la vanguardia. Eso de imponer una vanguardia es algo irracional. Una vanguardia se da y crece por ciertas condiciones sociales e históricas, no llega un grupo de gentes, avorazadas, que dicen: “¡esto es lo que vamos a hacer! ¡Esto es la vanguardia! Ustedes, pues pobrecitos, no saben lo que es la vanguardia”. Y gente de talento, de experiencia, de buenas realizaciones, piensa en andar robando y muchos se decepcionan y dejan la cuestión. La carrera es muy difícil, insisto que los artistas no dan planteamientos así como así. Las revoluciones, que es una de las cosas a las que estamos acostumbrados desde los impresionistas, no se dan por decreto. El arte no deja de cambiar. Mentira que el arte ya se murió, lo están matando desde hace un montón de años. El ser humano cambia al arte, es una relación que hacemos de acuerdo a nuestra concepción del mundo.

SU LUGAR NO ESTÁ EN LA RUPTURA

Mi obra corresponde a mi tiempo. Dicen que correspondo a “La Ruptura” y no es cierto, yo no soy “rupturo”. Anduve en paralelo, pero no profesaba las mismas ideas, no quise ser pintor abstracto. En “La Ruptura” dijeron: “quiero ser un pintor que no siga el estilo, ni los principios de Orozco, Rivera y Siqueiros”. Lo establecido antes fue desechado, ya no lo querían. Entonces buscaron, o buscamos modelos en otro lado. No creamos otra cosa a partir de la realidad que vivimos. Muchos de esos pintores son producto de sus estudios en Europa, de sus viajes y cultura, del lugar en el que estaban socialmente. En nuestro caso sucede esto: los que tienen la mayor proyección, mayor presencia, no son gente que estén llevando principios revolucionarios, solamente quieren cambiar la pintura, ya no quieren meterse con el pueblo.

EL PODER NO TIENE MEMORIA

Cuando se dieron las circunstancias sociales, ahí estuvimos todos, especialmente en 1968. Pero como siempre sucede en México, que es una de las técnicas de los políticos: “tú déjalos que hagan, al rato se van a calmar. Solitos se les va a olvidar”. Apelan a la falta de memoria. ¿Quién ha usado Acteal para hacer obras de arte? Yo sí lo hice, ésa es mi presencia personal. Hay mucha gente que tiene conciencia de cuál fue el problema, y que escribió sobre eso, pero no veo pintores, no veo escultores.

VER A LA SOCIEDAD Y CREAR

Me ocupo de temas como Biafra o Vietnam. Por razón natural, soy consecuente conmigo mismo, y entonces pinté, y fue una experiencia muy emocionante, porque corté un rollo de papel grande, ancho y pintura, brochas, cubetas, en fin, y me fui a los praditos de la Alameda. Pinté un bebé acostado muerto, consecutivamente, muy sintético. La gente se quedaba viendo cómo mis alumnos y yo íbamos dibujando, se acercaba y me preguntaba: “¿qué están haciendo?, permítame ayudar, le cargo las cubetas, le consigo agua”. El propósito era envolver el edificio de Bellas Artes con niños muertos, dándole la vuelta. ¿Cómo nos llevamos esto hasta Bellas Artes? La solución vino de los puesteros ambulantes, que dijeron: “les prestamos nuestros triciclos” y empezaron a colaborar los menos imaginables, los que nunca vemos. Cuando comenzamos a sufrir para pegar este papel, ¿quiénes nos ayudaron, pero de veras con entusiasmo? Los niños que venden chicles. Estaban absolutamente metidos, trabajando con toda su energía y organizándose. Me di cuenta que algo sucede cuando el artista es capaz de crear discursos que muevan a los demás. El problema del arte es que sea compatible con la gente. Actualmente discriminamos: “pues qué van a entender”.

 

La miss con coletas

El juego, la relación lúdica y experimental con la creación es la constante en la obra de Gilberto Aceves Navarro. Sus pinturas no se están quietas, caminan, bailan, se divierten, pelean. Une el color y la dinámica para no dejar inerte cada objeto o personaje en su obra. En esta pintura titulada la Miss con coletas, ella cambia de lugar, presume su peinado, es rosa, azul anaranjada, es niña y es mujer, con zapatos altos. En el fondo cromático late el carácter fugaz de la obra de Aceves. Lo que se mueve, vibra y se fuga está en la obra de Aceves Navarro, en su observación del constante paso del tiempo, de la inestabilidad física y espacial de nuestra realidad.


Acrílico sobre tela

142 x 122 x 5.5 cm

2005 

   
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