Alegoría del Agua
Cassandra de Santiago
Egresada de la antigua ENAP y del taller del maestro Ignacio Salazar, que le ayudó a encontrarse y encontrar qué quería decir en la pintura. Para ella, iniciar cada cuadro es como estar de puntas al borde de la azotea, entre la caída y la incertidumbre. Vive en el pueblo de Xochimilco, aislada de la ciudad, inmersa en sus pinturas.
Experimenta cada pintura como un largo camino y cuando termina se pregunta cómo llegó hasta ahí.
CREACIÓN CONSTANTE
Creo que nunca dejas de experimentar porque el momento del proceso creativo no es un momento consumado, ni es un aprendizaje consumado; siempre un paso te lleva a otro y a otro y es sucesivo, y digamos es aditivo porque vas sumando conocimiento. Podría pensar que, cuando empezaba, quizá fue una época muy primigenia o muy elemental y tenía cierta inocencia que marcaba y definía lo que estaba haciendo, y eso no precisamente tiene que ser un punto desfavorable. De ahí fui añadiendo cosas, y parte de eso lo he mantenido sobre todo en ciertos motivos; en ciertas formas de acercarme a la pintura. Lo que eres tú siempre está desde el principio hasta al final y en el proceso intermedio: eso tuyo que es lo que impregnas en la pintura siempre está presente. Tienes que encontrar el punto de afinarlo para poder llegar al punto que quieres expresar en la pintura.
¿EN DÓNDE ESTÁ LA PINTURA?
Creo que cada artista tiene su proceso y formas para crear. En mi caso, ha sido difícil porque siempre en mi pintura he querido reflejar lo que siento de mí, hacer una condensación de cómo veo el mundo. Puedes tener muchos acercamientos a la pintura, por ejemplo con una crítica social o una reflexión de la pintura misma, pero lo que me interesa es reflejar o hablar de cómo veo, cómo interpreto el mundo y a ciertas verdades que identifico en la forma de proceder de este mundo o de cómo se articula; cómo se refleja en mí, y poder reflejar eso a través de mi pintura.
LA SOLEDAD ESTÁ EN LA PINTURA
Desde que comencé la representación de personajes ha sido una característica de mi pintura; éstos aparecen solos. En un principio empecé con el retrato, eran solamente los personajes. Poco a poco fui añadiendo otros elementos y quizás enriqueciendo el discurso. Uno de los más recurrentes ha sido precisamente el Agua, el personaje relacionado con ese elemento, ya sea en lugares que implican la presencia del mismo o con figuras muy simbólicas que también llevan las gotas de Agua. Busco ese momento en el que estos personajes, que son el reflejo de persona y personaje y al final se vuelven uno, están haciendo una meditación de su condición humana.
EL REFLEJO ESTÁ EN LA PINTURA
No solo haces pintura para encontrarte a ti sino que a través de la pintura también se refleja tu propia verdad, que sirve para partir hacia algo externo que al final se va a reflejar para afuera. Es encontrar un punto perfecto de comunión entre tú y lo que estás haciendo, la forma en la que estás absorbiendo e interpretando el mundo. Es un proceso muy complejo de reflejos: en dónde estás tú y te reflejas pero eso también te refleja a ti. Estás en una constante reciprocidad que te va dando el poder añadir cosas y reflejarte hacia eso.
ELEMENTO AGUA EN EL MURAL DEL MILENIO
Estoy abordando el Agua como un agente de cambio y transformación que, precisamente, lo puede lograr a partir de su constante fluir. El Agua es un elemento inasible, es decir, nunca lo puedes contener. Siempre está fluyendo y es en ese constante fluir que puede dar su purificación porque, si tú contienes el Agua, se estanca y se echa a perder. Siento que algo que encontré en mi reflexión sobre el Agua es que la naturaleza humana es Agua, sobre todo porque nunca somos los mismos. Siempre estamos cambiando como el Agua que fluye; nosotros también fluimos y la vida es así. Vivir en el presente es entender que al Agua no la puedes contener y tampoco puedes detener la vida, ni a nosotros mismos, no podemos contenernos, ni vivir en el pasado o en la añoranza. Es en el aquí y el ahora donde se consuma nuestra verdad como seres humanos, como realidades, como entes. Utilicé la figura de la gota porque para mí se vuelve un motivo simbólico de esto. La gota dura unos instantes y al final llegué a esta reflexión: cada instante de la vida es como una gota de Agua, es único e irrepetible; es perfecto, es brillante, dura unos instantes y después ya no más. No desaparece; simplemente se transforma en algo diferente.
La existencia trascurre, no se detiene, es un río que se renueva infinitamente. El Agua impregna a la niña que observa la gota que tiene suspendida en la mano. Cassandra de Santiago pinta el elemento Agua en el pelo, la ropa, los pies sobre un charco, el realismo de la factura se rompe con la presencia de esa gota imposible, que representa a la efímera existencia, esa gota es la vida de cada uno de nosotros, que se integra en el río eterno. La gota que se rompe en un instante, y el río continúa su trayecto, sin nosotros. La poética del realismo, del equilibrio sobrio de sus tonalidades, la paz de la niña que mira su ser reflejado en esa gota y la flor que lleva en la mano, venimos para irnos. No hay más.
Óleo sobre tela
172.2 x 122 x 7 cm
2015