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Ethel Cooke
Nació el 28 de octubre de 1960. Es una pintora de nacionalidad estadounidense y nicaragüense que radica en Hermosillo, Sonora. Ethel Cooke ha creado murales públicos, esculturas, dibujo y poesía. Ha participado en teatro, escenografía y diseño de vestuario. Es acreedora reconocimientos y fondos gubernamentales. Cuenta exposiciones colectivas e individuales en Estados Unidos, México y Europa.
Nacio en 1960 en el El Paso, Texas, Estados Unidos.
Pintora. Reside en Sonora desde 1971. Estudió la licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad de Tompkins Cortland Community College en Dryden, Nueva York. A lo largo de su carrera ha participado en talleres de pintura, dibujo, escultura, composición plástica, platería y grabado, en Estados Unidos, Europa y México, que le han permitido dominar varias técnicas como el óleo, acuarela, serigrafía y acrílico.
Exposiciones individuales y colectiva en el país y en el extranjero: Indígenas (Dryden, Nueva York, 1985), Introspectiva en Azul (Hermosillo, 1992), Intentos (Hermosillo, 1994), Yo Miocardio me Confieso (Taxco, Guerrero, 1995), Fariseos I (Trento, Italia, 1995), Verdad o Penitencia (Hermosillo y Guaymas, 1996), Luna Roja (México, DF, 1997), Fariseos II (Hermosillo, 1997). Menciones Honoríficas: Concurso Estatal de Artes Plásticas Sonora 1993, V Bienal del Noroeste 1995. Becas y premios: Intercambio Cultural Eusebio Francisco Kino, Sonora-Italia en 1995; Primer lugar en el Concurso Estatal de Artes Plásticas, Sonora 1996; Pacmyc para realizar Murales en la Casa Hoeffer, Culturas Populares, Hermosillo, Sonora.
Considera al amor un antídoto que se utiliza en el silencio, escuchar es su filosofía.
EL COTIDIANO CREADOR
Se trabaja como los obreros, las 8 horas que decía el maestro Tamayo, creo mucho en eso, hacer caligrafía, estar atenta hacia la sustancia creativa, entrar en ese modo del creador, escribir, pensar, escuchar lo que te dice el vacío creativo. La gente me conoce con mi mandil de trabajo, soy cuidadosa, trabajadora y trato de ser muy disciplinada en ese discurso del hacer, quiero llevar mi profesión exactamente como cualquier sabio, lo cotidiano es así, muy simple.
ESCUCHARSE Y CREAR
Es la fortuna de la disciplina del oído del corazón. Les digo a mis alumnos “les voy a enseñar a escuchar a su corazón, tiene un oído y una mirada”. Llegar a esa mirada del corazón necesita silencio, para mi pintura silencié todos mis protagonismos del quehacer técnico, tuve que abandonar y decidirme por uno, comprometerme con el uno y ese uno soy yo. En esta estridencia de demostrar la técnica está la parte adolescente que quiere ser aceptada por su tribu y demostrar “mira, yo sé”. Sócrates nos invitaba a que, cuando crees saber, no sabes nada, entonces ese abandono asusta, el vacío asusta, cuando estamos en la virtud de un vacío la emoción es enorme y profunda porque algo del invisible se acerca y viene a impactar. Conmigo viene a impactar con manchas, utilizo el recurso de las sábanas y su intimidad, sábanas mías de cuando era bebé, de amigos, amantes, de desconocidos. Me digo “¿a ver qué quiero hacer?”, me dice “van a ser sábanas, crear manchas”, ¿qué voy a hacer con las manchas? “callarte y obedecer, retirarte cuando la voz te diga “basta”. A veces me toma tiempo ver, lo invisible trajo a lo visible y a eso lo llamo el verdadero estado de fe, el arte es un estado de fe, de confianza y de amor incondicional.
EL AMOR EN LA INTIMIDAD
A la intimidad de las manchas en las sábanas les llamo “santos sudarios”, porque queda esa parte inconsciente que duerme, los sudores, ese momento íntimo de reposar el cuerpo, pensar en lo que uno quisiera hacer, soñar, estar en un proceso creativo muy íntimo. Cuando los cuerpos se aman y queda el suspenso de esa mancha, que ha traído a cada uno de nuestros cuerpos a esta experiencia humana. Hago una invitación sencilla pero igualmente profunda, de que ciertas manchas que nos hablen psicológicamente en esa intimidad del observador y su interpretación. En el amor, siento que todos empezamos en blanco, inclusive la relación con el otro o la relación con uno mismo, entonces cuando descendió la conversación con el invisible, me dijo “esto comienza en blanco”, entonces lo acaté y lo traduje hacia el basamento como soporte a la obra, a la sábana, a la humildad de la materia, al geso le dije “tú vas a ser protagonista de esta obra”, y el geso muy generoso me permitió hacer unos grafiles de la maravillosa composición de la geometría sagrada. Encuentro altamente apasionante la simpleza, la pongo ahí como una entidad flotante en ese vacío de la existencia. Todo se hace copartícipe, todos somos cómplices de esto, de darle y entrar al alma de ese mundo invisible, y lo convierto una especie de portal-herida, inclusive para mí, lo siento erótico, es algo muy erótico el estar vivo.
Gesso, tinta, café, acrílico y carbón sobre sábana almidonada y manto sobre tela
174.5 x 124.5 x 8.5 cm
2017