Joel Corrales

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Joel  Corrales

Trabaja y vive en México, nació en la Habana en 1985, su visión de Cuba se aleja del paraíso, sin ser realista o de obvia crítica, está más cerca de la interpretación de emociones. Confiesa no sentir nostalgia por las obras que pinta y se van, al contrario, son la posibilidad de crear más.

Quote El arte es un juego, cuando empieza a ser aburrido o estético, ya no es tan genuino

La calle, el aire, los edificios son la persona que los habita, se impregnan de su presencia que crece como otro paisaje.

FORMACIÓN EN CUBA

Estudié la carrera en la Academia de San Alejandro de Cuba, que es la principal academia de artes en el país, ahí ingrese en el año 2002. Es realmente muy demandante y muy exigente en cuanto a los proyectos que se plantean, y los maestros son los mejores artistas plásticos de Cuba. La expectativa es alta, y las pruebas de admisión son muy estrictas, para entrar éramos 600 que hacíamos las pruebas y solamente entrábamos 25 ó 30 cada año. Padecimos la escasez de materiales por el bloqueo a Cuba, es un reto bastante grande, a pesar de eso la academia daba los materiales más básicos: las hojas para pintar, la cartulina, óleo, aunque fuera ruso, chino, pero nunca nos faltó una hoja para pintar, ni nos faltó una clase porque un maestro no fuera, todo se cumplía y los retos exigían más creatividad para resolver los ejercicios.

ATRAPAR LA FIGURA EN MOVIMIENTO

El dibujo lo trabajaba desde que era niño, yo quería tener imágenes o juguetes de los personajes de las películas, pero en Cuba en 1990 no había ningún tipo de propaganda, le decían mercadotecnia del capitalismo. Ésa fue una de mis motivaciones al pintar, llegaba al cine con la hoja y había muy poca luz, trataba de ponerme donde el reflector, que era un proyector de los antiguos, y en esa luz dibujaba, y también en la televisión, cuando pasaban una película o las caricaturas, agarraba libretas y trataba de dibujar. Realmente fue un ejercicio que en ese momento para mí era un juego, y todavía sigue siendo juego. El arte de alguna forma es un juego, uno tiene que estar jugando y estarse motivando constantemente, cuando empieza a ser aburrido o estético, ya no es tan genuino.

EL AMOR A LA TIERRA

Trato de recrear La Habana como la veo, la ciudad en la que nací, en la que crecí jugando en los muros roídos y en las azoteas, utilizando los entornos, los paisajes para evocar los sentimientos de las personas. Los paisajes son lugares emblemáticos para esas personas que retrato, la metáfora, es el paisaje exterior como una evocación de los sentimientos de la persona. Lo sobredimensiono porque es el ser humano omnipotente y omnipresente sobre el mundo. En los cuadros de los campesinos son personas que conozco: familia, tíos, que por sus limitaciones económicas se tuvieron que mudar a La Habana, y no dejaron ese vínculo con la tierra, son los que llamamos guajiros en Cuba, eso evoca nostalgia, ese deseo de estar en un lugar que es distinto al que estás.

EL AMOR DESDE LA NOSTALGIA

Esta pieza es muy especial porque es una tía abuela mía que ya falleció, ella siempre quiso salir de Cuba, nunca lo logró, era hija de españoles y murió con el deseo de visitar la tierra de sus padres. Es una evocación a ese deseo que nunca fue, y por eso el barco encalló sin haber salido, es símbolo de un viaje que nunca se hizo. Siempre para el cubano que está fuera, hay una nostalgia por Cuba, por la bahía de La Habana, por el lugar donde uno nació. Ahora que estoy fuera se refleja en esta obra y en otras.


Óleo sobre tela
122 x 172.5 x 7.5 cm
2017

   
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