Jordi Boldó

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Jordi  Boldó

Proviene de la generación de diseñadores de la Imprenta Madero que revolucionó la imagen editorial, y no fue suficiente. Se liberó de esa rigidez para encontrar la anarquía de su propia voz pictórica, entre elementos de la naturaleza y materiales desechados. El resultado es una obra secuencial infinita. Cantos rodados, poemas escritos en papeles usados, polípticos, es el taller de una creación que busca armonía desde lo impredecible.

Quote La ingenuidad tiene que estar detrás de todo arte

Jordi Boldó es un pintor nacido en Barcelona, España, en 1949 y naturalizado mexicano en 1952. Su pintura proviene del informalismo catalán y explora en la tradición del expresionismo abstracto norteamericano de mediados de siglo, así como en la de algunos artistas mexicanos de la generación hoy denominada de “Ruptura”. Su obra es esencialmente pictórica, al margen de modas o tendencias, y a medio camino entre la abstracción y la figuración.

Articula con gran riqueza de medios un lenguaje profundamente emocional, poderoso en su misterio y delicado en matices. Se caracteriza por un refinado y desconcertante sentido del color y la composición, con fuertes texturas y un depurado oficio que frecuentemente no se aprecia a primera vista. Con casi cincuenta años de exposiciones monográficas, ha expuesto en museos y galerías de América y Europa.

Reconocido con varios premios y distinciones, ha actuado como jurado en diversos concursos. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde el año 2000. Dedica parte de su tiempo a escribir, a la promoción cultural y a la enseñanza de la pintura

 


Acrílico, óleo, grafito, encausto, tinta china y collage sobre tela
120.8 x 170.7 x 7.5 cm
2017

   

 LIBERARSE

Creo que la única forma de llegar a eso es con un auténtico anhelo de libertad, todas esas restricciones que te pone el diseño o el trabajo o el presupuesto, para pintar no funcionan, y el momento en que decidí dedicarme a la pintura ya no era tan joven, creo que tenía 35 años. Fue una decisión madura, me costó muchísimo trabajo romper con todo eso que me daba cuenta que no me iba a hacer feliz, o que no tenía nada que ver con lo que yo tenía que decir a través de la pintura. Encontrar una identidad que en aquel tiempo era algo que se valoraba, en este momento incluso es lo contrario, a veces el no tener la identidad es lo que vale. Me planteé con mucha seriedad encontrar un lenguaje, utilizar ciertos materiales, estructurar mis piezas de determinada forma, construir series con rigor. Escribir sobre lo que estaba haciendo me llevó a no creer tanto en el virtuosismo o en el concepto como en el hecho de trabajar, reciclar materiales, dejar de pensar y ver cómo iban saliendo las cosas. Fue la decisión que tomé para poder pintar.

NATURALEZA Y LIBERTAD

Lo que me gusta es que las cosas salgan de manera natural, en el momento en que veo que las estoy sobando, reelaborando o recomponiendo o estoy pensando demasiado en el color o en el dibujo, las cosas no me gustan, ya no salen como quería. Busco que la pintura me enseñe y me sorprenda, y cada vez que inicio una nueva serie rompo con el conocimiento adquirido y esa experiencia que te da el trabajar. Voy a contar una anécdota: yo soy diestro y casi todo lo hago con la mano derecha, en el momento en que mi mano empezó a educarse y a hacer las formas tal y como me las imaginaba, decidí utilizar también la mano izquierda. Esa torpeza de la mano izquierda para mí es una cosa muy agradable porque es ingenua, para mí la ingenuidad tiene que estar detrás de todo el arte.

EL AMOR IMPREDECIBLE

Me facilitó tener un tema al hacer la pieza, no sé empezar ningún trabajo sin punto de partida. La idea vaga que tenía del concepto del amor me daba mucho miedo porque el tema se presta a caer en lugares comunes o en algo muy ridículo porque está muy idealizada la palabra amor en nuestro tiempo, muy comercializada, entonces ¿qué puedo hacer con ese tema? Los dípticos, trípticos o polípticos son mi forma de componer, incluso exploro muchas posibilidades, es parte de mi proceso de trabajo. En esta pieza me atreví por primera vez a hacer un díptico pero en un mismo plano, y conjugar en un lado mi parte más dibujística, y hacer la otra parte más pictórica, con elementos reciclados, pedazos de tela manchados. Creo que el amor es cosa de dos, de la parte que ama y del objeto amado, y por ahí empecé, hice unos cuantos dibujos, e inmediatamente me salté al cuadro. Me gustó la sorpresa de ver cómo podía disociar por un lado el dibujo y por otro lado la pintura, generalmente sobre el plano pictórico dibujo o los mezclo, una cosa va con la otra siempre pegada, y aquí están un poquito separadas, como lo es el amor y el objeto amado, tratando de darle una identidad a cada uno.

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