Luis Selem

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 Luis  Selem

Vive en la ciudad de Querétaro casi en el aislamiento y pinta desde niño. Para Luis Selem el arte no es el objeto, es la pintura, crea naturalezas muertas con precisos estudios de luz, sombra, composición, que nos hagan meditar en nuestra propia fragilidad.

Quote Pintar es un proceso para evitar el olvido… recordar que todo es efímero.

La obra de Luis Selem nos demuestra que la recreación pictórica de un objeto cotidiano lo convierte en una propuesta estética que trasciende al objeto mismo.

OCULTAR LO EVIDENTE

Tiene que ver con mi niñez, tuve muchas mudanzas y envolvía con periódicos mis objetos más preciados para que no sufrieran daño en los trayectos. Es un proceso de proteger y de esconder esos objetos de la vista del público, porque también mi forma de ser es así: soy un poco escondido, introvertido, solitario y mis objetos siempre son uno. Traté de preservar sus historias individuales: que este carrito tenía una cosa, que este avión tenía otra. Siempre estaba mi relación con un objeto nada más y hasta ahora es lo que sigo haciendo pero de manera consciente.

EFÍMERO Y TRANSITORIO

Los periódicos son de notas pasadas. A veces son meses, a veces son días o años, notas que ya sucedieron, que en un momento se leyeron, fueron trascendentales, pero en mi proceso ya no importa esa nota, lo que importa es esa nueva piel que tiene ese objeto en tránsito, que hoy está así, pero mañana va a estar envuelto de otra forma o ya no va a estar. Es un proceso para evitar el olvido, es como recordar el olvido, recordar que las cosas se pierden, que todo es efímero. Una botella es efímera, perteneció a un momento, se brindó con lo que tenía y lo que queda es un desecho. Los objetos son eso; que les demos la intención de objeto preciado es solo nuestra, pero el objeto no es nada, simplemente es un pedazo de plástico, un pedazo de vidrio que no ves y te imaginas que está ahí atrás.

ESCULTURA EFÍMERA PARA UNA PINTURA ETERNA

Me vuelco a leer periódicos y el objeto me indica cuál es su nota. No tengo una cartera de notas ya preestablecida, sino que el objeto me dice: “ésta es mi nota”, y con ésa lo envuelvo. Nos dan una idea de qué es el objeto, o qué sentí con ese objeto. Siempre he tratado, y son coincidencias, de que el objeto llame a la nota, y tiene algo que ver, ya sea con el mismo objeto o con mi percepción de ese objeto y así le voy creando esa piel. Es un proceso largo en  el que voy envolviendo, arrugando, doblando; es un origami muy pensado. Voy comparando, imaginando. Pienso que quiero la luz de este lado, que rebote en esta arruga, y voy componiendo con las mismas notas, con sus colores, y hay otras que son más en blanco y negro. Es una escultura efímera, a veces la dejo que viva un poco más de tiempo con esa segunda piel, pero otras no, otras las destruyo en el mismo instante en que las termino de pintar.

LA DECISIÓN DE PINTAR

Pintar es un proceso que disfruto porque podría envolver la pieza y presentarla, o ni siquiera envolver la pieza sino presentar el puro periódico, pero disfruto la sensación de embarrar la pintura sobre la tela. Hay mucha gente que me dice: “en vez de pintar, ¿por qué no haces una impresión y pegas tus textos?” Digo: ¿cómo voy a pegar textos si a mí me gusta pintar, no pegar? Pintar produce tanto placer que no dejaría de oler la pintura cuando la estoy mezclando, plasmando, o los detalles que tengo que hacer, las horas que tengo que estar parado. Lo que estoy haciendo frente a la pieza son todas mis vivencias, mi experiencia, mis anhelos, mis recuerdos de infancia, y si yo pusiera el puro periódico no lo lograría.

EL ELEMENTO AGUA EN EL MURAL DEL MILENIO

Soy muy Agua. La neta, me considero una persona de Agua, para mí cayó como anillo al dedo este elemento que me encanta. Buscando en mis objetos preciados, en mis objetos cotidianos, encontré esta jarra de peltre que me heredó la abuelita de Édgar, es una jarra muy antigua, que realmente contuvo Agua cuando se podía utilizar y es eso lo que plasmé. Ese contenedor en el que nada más tenemos ese elemento; solo esa cantidad de Agua tenemos en el mundo, no hay más. Está envuelta en una nota que da un contraste del México que estamos viviendo. Cuando estaba pintando, la jarra estaba llena de Agua, pero pasa lo mismo que con mis otras pinturas: no ves el objeto. Aunque éste tiene más fondo, es en sí la jarra y la jarra contiene otra cosa que es el elemento importante de esta pieza y, sin embargo, no lo ves.

 

El realismo no es evidente, es una máscara, una piel que cubre algo más profundo. Luis Selem pinta naturalezas muertas de la memoria, pinta recuerdos y secretos. Envuelve los objetos para que no tengamos acceso a su verdadera apariencia y nos obliga a imaginar cómo es lo que cubre esa piel de papel. Recrea las luces y las sombras de cada pliegue, los volúmenes y las curvas para mantener el misterio. La jarra que está dentro de ese cuerpo de papel contiene Agua, la guarda, no la vemos, no tenemos acceso a ella. Este contraste entre el realismo pictórico y el ocultamiento es una metáfora de la relación que la memoria establece con ciertos objetos cuando su visión nos revive emociones. Recordamos, sabemos y negamos.


Óleo sobre tela
172 x 122 x 7.3 cm
2015

   
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