Patricia Sanchéz Saiffe

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Patricia  Sanchéz Saiffe

Pintora mexicana, nacida en Guadalajara, Jalisco. Es Técnica en Diseño Grafico y Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Cuenta en su haber, con varias exposiciones colectivas e individuales en galerías y museos dentro de la República Mexicana, su propuesta artística ha sido exhibida en foros culturales y casas de arte en diversas ciudades de los Estados de California y Texas en Estados Unidos, en galerías de Sevilla y Madrid, España y en el Musée de La Poste en Paris, Francia.

Quote He llorado mientras pinto, es mi válvula de escape.

Pintora mexicana, nacida en Guadalajara, Jalisco. Es Técnica en Diseño Gráfico por parte de la Universidad del Valle de Atemajac y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por el TEC de Monterrey. Ha participado en certámenes, bienales y concursos. Cuenta en su haber, con varias exposiciones colectivas e individuales en galerías y museos dentro de la República Mexicana.

Internacionalmente su propuesta artística ha sido exhibida en foros culturales y casas de arte en diversas ciudades de los Estados de California y Texas en Estados Unidos, en galerías de Sevilla y Madrid, España y en el Musée de La Poste en París, Francia. Parte de su obra pertenece a la colección de arte en Banco de México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Black Coffee Gallery y Colección de Arte Milenio, así como en colecciones privadas ubicadas en Argentina, Canadá, España, Estados Unidos, Francia, Japón y México. Dentro de la plástica, ha incursionado en diversas ocasiones en la ilustración editorial, colaborando con CONACULTA, UNESCO, FONCA y Editorial Andrés Bello Mexicana.


Óleo y hoja de plata falsa sobre lienzo
133.5 x 133.5 x 9 cm
2016

 

   

Su conversación es un torrente de emociones, la pintura es un espejo donde se refleja, y se analiza.

DUALIDAD Y PINTURA

Nada más en la pintura puedo realmente sacar a mi ser, tiendo a ir a los extremos, siento mucho y al mismo tiempo pienso mucho, no hay un punto medio. Hago muchísimos bocetos, desarrollo la obra en el papel; ya cuando estoy frente al lienzo, en la ejecución quiero que me hable de lo que estoy sintiendo, que se ahorca en el corazón, que quiere salir por la boca. Echo mano de la técnica y las emociones para que cada cuadro tenga un pedacito de alma.

SENTIR LA PINTURA

He llorado mientras pinto, me he enojado, asustado, pintar es mi válvula de escape. En mis cuadernos donde boceteo también escribo, son mis diarios de vida, realmente ahí caen las lágrimas o me enojo y vuelvo a vivirlo, hay ocasiones en que está a flor de piel el tema que me motivó a pintar, y me trabo y no puedo. Hay un cuadro en especial, se llama El Escriba, pinté a mi papá porque viví enamorada de él, lo personifico en un escriba con una vela en la cabeza, es la luz creadora, sin embargo cuando estaba poniendo cera derretida en la cabeza, recibí la llamada de que mi papá le dio un derrame cerebral. No pude volverme a enfrentar con ese cuadro, lloraba y lloraba, viví una catarsis hasta que lo superé, lo terminé, me gustó y dije qué bueno, sigue vivo, sigue contando historias.

RETARSE CON LA PINTURA

Pinto para mí, no pinto para agradarle a nadie más, pinto para forzarme a mí misma a que cada cuadro sea a partir de cero. Tengo el conocimiento que se va sumando, se va adiestrando la mano, el ojo, sin embargo, pinto para estar satisfecha, para decir “pude subir otro escalón”.

Tal vez solamente yo lo perciba y sepa que en cada cuadro me pongo un reto, porque cuando me dé por satisfecha y nada más esté pintando por tener una producción, en ese momento se terminó el por qué pinto. Mi ojo es muy crítico, puedo tardarme meses en un cuadro hasta que me gusta, lo dejo descansar y después lo retomo para verlo con ojos nuevos y se puede enriquecer con lo que fui aprendiendo en ese inter en el que estuvo dormido.

LA LUNA DE PATRICIA

Es de hoja de plata porque tiene capacidad de reflejar diferentes fases, va a cambiar con la luz. A esos movimientos cíclicos se le atribuye el elixir de la vida, porque crece, se llena, se va menguando, muere y vuelve a nacer. Nos ubica terrenales pero al mismo tiempo eternos. En los textos Vedas dice que la Luna es el recipiente del Soma, del que beben los dioses y los muertos que vuelven a comenzar un nuevo ciclo. Ella es el Soma y hay gotas en el brazo, también hay un tubo de ensayo con ese líquido y se traduce en todos los fluidos. Es frontal, sin embargo un poco ladeada porque está terminando de llenarse, es una Luna creciente, por eso hay unas gotas que están completando el círculo que está alrededor de ella. La Luna llena sólo es un momento, hay mucho tiempo decreciente, pero ese momento en donde se enfrenta directamente al Sol es cuando surge toda su luz, es una tez muy pálida. Tiene levantado el brazo izquierdo que es el lado femenino, está diciendo “no tengo nada que ocultar, me estoy mostrando como soy”. Mi energía indómita de mujer hizo lo que quiso.

 

Las noches de magia y brujería tienen a su propia Luna. Hécate, que ilumina los bosques, abre los pétalos de las flores y de sus esencias emanan pesadillas, enloquece a los enamorados, arrastra a los solitarios al abismo. Patricia Sánchez Saiffe invoca a la Luna de las hechiceras, la que despierta a la locura y seduce. La hoja de plata es su aura de luz, le cuelga una cápsula con pócimas, la trae desde su refugio, para incitarnos a convocarla. En su piel podemos dar poder a los talismanes, en su respiración está la sustancia de las pasiones, la miramos y entra en nosotros, egoísta nos pide sacrificios y nos promete salvarnos de la muerte.

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