El frío de dentro
Ricardo Fernández
Desde niño se sintió atraído por la pintura y no esperó para hacerla su vida. Nació en Durango en 1971. Encuentra sus metáforas en la poesía y en sus emociones. Estudió en la Escuela de Artes de la Universidad Juárez y decidió no concluir sus estudios y salir a enfrentarse a la realidad. Se desprende de sus obras con facilidad, las deja ir para hacer sitio y seguir pintando.
HORAS GRISES
Ya llega el otoño con lluvias y nieblas…
Las hojas marchitas arrastran los vientos;
Más van con nosotros las cosas ya viejas
Que llevamos dentro
En vano queremos cubrirnos de flores,
Callar nuestras penas, mostrando contentos;
No pueden las glorias del mundo quitarnos
Las nieves de dentro.
Las risas alegres parecen banales
En bocas jocundas que invitan al beso,
Que todo lo cubre con velo de muerte
La nieve de dentro.
La dicha espera murió con los sueños
Que ayer nos hicieron labrar un soneto;
Los libros tan sólo nos quitan a veces
La nieve de dentro.
Y ahora esperamos que pase el otoño,
Que llegue el invierno con todos sus hielos;
El frió que, fuera, será más benigno
Que el frío de dentro.
Amado Nervo
Óleo sobre lino
180.5 x 140.5 x 3 cm
2014
Se refugia en la pintura, en ella crea un mundo distinto a la realidad que solo existe para él mismo.
QUÉ DECIR EN LA PINTURA
Bueno, yo realmente sigo buscándolo y sigo buscándolo con ganas de no encontrarlo, porque a mí me gusta pensar en la pintura como en un camino, más que como un lugar fijo. Cuando comienzo a encontrarme a mí mismo y descubrir otras necesidades que no tenía, como por ejemplo, los discursos, qué tanta importancia tiene un discurso en la pintura, por lo menos en la mía, y ha sido un proceso muy largo que ha provocado que mi pintura ya esté desprovista de un discurso predeterminado. No pinto pensando en absolutamente ningún argumento.
QUÉ VENCER
Me gusta mucho que cada cuadro me ofrezca una dificultad distinta, que no sea igual al anterior, porque eso me aburre muchísimo. Me causa contrariedad usar los mismos tonos, o usar cierto tipo de figura parecida o igual al cuadro anterior. Incluso el abordar un cuadro, a veces lo hago a partir de un gris, o a partir de un pardo, o de un color un poco más intenso como un rojo o del mismo blanco. Cada cuadro me exige que vuelva a aprender a pintar, si no, no mantiene mi interés. Si la pintura parte de una escena que sí existe ya no tengo nada más qué hacer, ya no me interesa pintar eso, se vuelve predecible. En mi experiencia no estriba ningún tipo de interés el reproducir una imagen tal cual.
SÍMBOLOS PERSONALES
Estos símbolos irrumpen en mi trabajo de una manera espontánea, inconsciente, y es después cuando trato de ver en mis propios cuadros qué está pasando dentro de mí, porque no puedo partir al revés, no puedo partir primero del otorgar un valor a cada símbolo y luego llevarlos a la pintura. La armadura hace referencia a la pintura de Tiziano y de Velázquez que admiro muchísimo. Sin embargo como símbolo significa la necesidad de protección y refugio ante episodios de ansiedad, de mucha incertidumbre y sé que esa armadura representa también una prisión. Es mejor dejar esas armaduras en el cuadro y no cargarlas yo mismo.
COLORES DE LA VIDA
Estos colores terrosos, estos óxidos, son completamente durangueños, aquí tenemos tatuada la cantera en los ojos, tenemos el Cerro del Mercado que es de un rojo óxido muy hermoso. Los ocres que te ofrece la hierba cuando está en el tiempo de secas, es un amarillo bellísimo y además la transparencia, la profundidad de campo, el cielo profundo, y la luz, es esplendorosa, es cegadora.
HORAS GRISES, LOS TONOS GRISES
Me sentí identificado con el poema Horas grises de Amado Nervo por esa sensación que describe, que me pareció sobrecogedora, que yo sentí en mis momentos más angustiosos, una especie de hielo aquí entre las costillas, y es un frío que no se quita con nada aunque te pongas enfrente de una caldera. Cuando leí ese poema sentí que Amado Nervo estaba metiendo su mano y sacando mi corazón, porque describe con mucha precisión esa sensación. Hace tiempo pasé momentos muy angustiosos, de muchísima tristeza y en lugar de tener junto a mí a la Biblia, tenía un libro de Amado Nervo y fue como una balsa, y yo decía “no me ahogo porque estoy sujetándome a esto”, porque en ese momento tú mismo tienes que ser una balsa. Este poema me hizo sacar ciertas cosas que fueron a dar en este cuadro y que terminó siendo una especie de retrato de familia. Es completamente metafórico, usé símbolos muy particulares hasta en lo personal.
CATARSIS Y POESÍA
La mujer que está apresada en ese maniquí es un condicionamiento externo a la esencia de la persona, una imposición, un acotamiento que tortura y un límite para las expresiones más profundas por este sufrimiento. Sin embargo hay una composición con el rostro y sus manos, como de flor, cuando me di cuenta, estuve a punto de sacarme las lágrimas porque sentí esa esperanza que está dentro de mí y que sabe que tiene qué florecer. Esa flor que rompe lo que sea porque la coraza está cediendo, para mí es esperanzador el hecho de que inconscientemente yo haya descargado en mi pintura ese tipo de significados. A pesar de ese frío, de esa tristeza, interna, aun tenemos la capacidad de una plenitud.