Susana Salinas

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Susana  Salinas

Vive y trabaja en Zacatecas, en compañía de Chole, una gatita salvaje y sensible. Se formó defendiendo su visión onírica y sensual de la pintura. La energía de su personalidad la hace imparable, en la conversación, el trabajo, es la cotidiana presencia de la luz en su casa y taller. Habitan mil Susanas dentro de ella, todas están en la locura creativa.

Quote El arte da la posibilidad de transportarte a otro sitio y hacer espacios, paisajes que quisieras ver o vivir en ellos.

Es una pintora joven que además estudió Psicología, y hoy la pintura es su diván, su confesor, su cómplice y su futuro.

MUJER PINTORA

Decidirlo no me dio nervio, estaba muy aguerrida y así de “voy a ser pintora”. Inicié con la esperanza de poder dedicarme de lleno, tenía un trabajo alterno para ganar dinero para comprar bastidores, apenas estoy empezando esta etapa de dedicarme completamente a la pintura. Estudié en el Taller Julio Ruelas con Alejandro Nava cuando todo era abstracción y casi todos eran hombres, me veían como “la niña que quiere pintar sus monitos”. Me cuestionaba cómo voy a hacer que se respete el trabajo de la figuración.

MUJER QUE SUEÑA

Cuando me proponen que trabaje algo más social o político en la pintura regreso a mis paisajes internos, siempre está esa búsqueda. Creo que los personajes que trabajo tienen algo que platicar y entonces hago uso de otros elementos que refuercen la emoción del personaje, y sí, aparte también hay magia, sueños y toda mi cuestión interna.

MUJER DE MIL CABEZAS

Mis personajes son varias cabezas, no las voy a amarrar, voy a dejarlas que anden ahí sueltas y voy a conocerlas poco a poco. Ella es más pasional, esta es bruja o romántica, esta es una cabrona, las voy acomodando a todas. Hay un libro que me gustó muchísimo: Mujeres que corren con lobos de Clarissa Pinkola, y cuando lo leí dije “somos unas mujeres salvajes”. Lo relaciono a todo lo que me ha pasado para estar en contacto con el arte y con la pintura, es así, complicado y apasionado, uno se amarra a eso. Es la psique de esa mujer que puede ser todas a la vez y darnos la oportunidad de ser todo eso. En cada pieza la voy descubriendo, a veces me enfrento mucho al cuadro, digo “tengo que hacer un boceto” pero me gusta mucho entablar ese diálogo con el personaje, y hay veces que me regresa totalmente para atrás todo lo que he estado haciendo porque no va o no queda. Siempre es estar descubriendo.

LOS ROSTROS DE SUSANA Y EL AMOR

El arte da la posibilidad de transportarte a otro sitio y hacer espacios, paisajes que quisieras ver o vivir en ellos. Cada elemento fue surgiendo poco a poco, en el que más me tardé fue el que dio la clave: la Mandrágora. En la medicina se utilizaba como narcótico para adormecer y era para enamorar, la amarraban a un perro para que no llorara, era loquísimo. Descubro la Mandrágora por una amiga que tiene una y con toda esa fascinación mágica empiezo a investigar y me topo que en la Edad Media pintaban e ilustraban la Mandrágora con flores y hojas en la cabeza, y veo al personaje que ya estaba pintando y se empezó a amarrar todo, dije “tiene que estar ella ahí”.  La Mandrágora muere por ti, al momento de que te vayan a hacer algún mal de amor, ella puede dar la vida por ti. Me gusta mucho utilizar hilos en las piezas, la idea de que pueden unir y a la vez son tan frágiles y sensibles para romperlos, ella está en medio y lo jala y lo vuelve a meter. Es el efecto de la Mandrágora que adormece y me dije adormece, amor-dece, amor-decida. Ella está amor-decida en la pieza.


Óleo y barniz de chapopote sobre tela
120 x 170.5 x 7 cm
2017

   
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